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La historia de Sara, trabajadora en la empresa de inserción El Zaguán.

¿Cómo te presentarías? ¿Cómo comenzó tu historia en la empresa de inserción El Zaguán? 

Soy Sara, una mujer divorciada, marroquí de 39 años. Entré en la empresa de inserción de El Zaguán por la situación que tenía: no tenía trabajo, había sufrido maltrato… Nunca había trabajado con un equipo, siempre había trabajado yo sola en temas de limpieza y demás y los inicios me costaron. Pero poco a poco y con su ayuda fui pudiendo con todo. Fueron viendo que era una persona responsable y que puedo aportar cosas al taller y a los tres años de terminar mi proceso de inserción la empresa me ofreció un contrato fijo. Ahora ya llevo 4 años aquí. 

¿Cómo fueron los inicios? ¿Fue difícil adaptarse?

Los inicios fueron super duros por mi situación, yo entré muy mal económicamente y muy mal psicológicamente. Ellos han tenido siempre muchísima paciencia y me han dado una oportunidad muy grande por la que estoy muy agradecida. Entré como un gato asustado, me daba miedo todo, estaba muy débil, no sabía hablar bien español… y ahora soy una mujer segura de mí misma porque tengo un oficio y una estabilidad. 

¿Cómo te han ayudado desde el Zaguán a mejorar esa situación? 

Recuerdo que yo al principio siempre le decía al encargado: “No sirvo para nada, solo estropeo las cosas, no puedo más, me voy…”.  Y él me tranquilizaba, me decía que no iba a ningún lado, que me quedaría allí y que con el tiempo lo haría muy bien. Eso fue de mucha ayuda, porque si desde el inicio te dicen que no vales para nada, eso te hunde más y no puedes salir de ahí. Aquí te dicen que sabes, que vales para esto y que lo vas a hacer bien y, al final, con esa confianza, lo consigues. 

¿Cuáles son tus tareas dentro del Zaguán? 

En El Zaguán he aprendido muchas cosas como trabajar el terciopelo, hacer estuches de regalos, estuches para cálices de iglesia… Dentro de estas tareas me han enseñado a usar las máquinas necesarias como la troqueladora, la cizalla, la máquina de cola, coser…

Además, en las empresas de inserción, después de tres años tienes que volar. Dentro de mi cargo, también está apoyar a la gente nueva que entra, que muchas veces llegan en blanco y no saben prácticamente nada, igual que yo cuando entré. Por eso estoy con ellos enseñándoles lo que me enseñaron a mí. 

¿Qué es lo que más te gusta de tu día a día aquí?

Me gusta mi trabajo, me encanta y lo estoy dando todo. Disfruto lo que estoy haciendo y no solo trabajo para ganar mi sueldo. Está claro que todos tenemos esa necesidad, pero yo además lo disfruto. Cuando entra cubertería y tenemos que hacerlo todo a mano, las manualidades… me gusta.

Si veo algún proceso que estamos haciendo difícil o se puede hacer más fácil, intento facilitarlo. Cuando te gusta lo que estás haciendo, no solo los días pasan rápido, sino también los meses y los años. 

¿Cómo es el trabajo en equipo y el ambiente con tus compañeros? 

Aquí normalmente somos cuatro personas además del encargado, una persona de encuadernación y ahora han entrado también dos chicas nuevas de inserción que se nota que tienen muchas ganas de aprender. Nos llevamos super bien porque yo hace poco estaba de inserción también y sé perfectamente lo que ellas necesitan para sacar el trabajo y cómo puedo apoyarlas. Quiero apoyarlas a ellas como me apoyaron a mí, decirles que no pasa nada si ahora no saben hacer las cosas, que al final conseguirán saber hacerlas. 

El ambiente en equipo que tenemos también ayuda muchísimo a aguantar la vida en general. Si no estás bien en el trabajo, con todos los problemas que tenemos fuera de él, se hace mucho más duro. Sobre todo las mujeres, tenemos muchos problemas y cuando veo que las chicas tienen alguno, intento alejarlas para que olviden lo que ocurre fuera y para que vean que somos un equipo y que nos ayudamos entre nosotros. 

¿Qué te ha enseñado trabajar en el Zaguán? ¿Cuál es el mayor aprendizaje que has tenido? 

El primero, personalmente diría que la paciencia. El segundo, el saber estar con la gente. Yo antes trabajaba siempre sola y ahora estoy preparada para salir al mercado y enfrentarme a las personas, porque hay que entender que cada persona es un mundo. Al principio siempre me asustaba con todo, pero ahora tengo paciencia, tengo experiencia, siento confianza… Y lo mismo con el trabajo que hago, porque ahora estoy más segura de mí misma, hablo el idioma, como llevo unos años trabajando pienso que tendré una jubilación… diría que no tengo miedo al futuro. 

¿Por qué crees que son importantes las empresas de inserción? 

Son importantes porque dan una oportunidad a la gente que más lo necesita. No solo económicamente (que también), sino sobre todo para salir de donde estás metida. Por ejemplo, en una mujer maltratada, es casi imposible salir de ahí si no tienes confianza, si estás siempre mal… Pero la inserción te da esa oportunidad de tener trabajo, no te dan puerta a la primera de cambio, entienden tu situación y tienen paciencia para que vayas poco a poco avanzando. En cualquier otro trabajo, cuando entras y estás en blanco te echan, pero aquí te dan esa oportunidad y merece la pena. A veces estoy hablando con alguien y digo “uff, vaya cambio he dado, entré casi sin saber hablar y mírame ahora.”

¿Por qué crees que las empresas deberían contratar a las personas que vienen de empresas de inserción?

Merece la pena porque es gente que lo está pasando muy mal. En empresas como esta se aprenden muchísimas cosas, yo cada día aprendo una cosa nueva o dos y ahora siento que puedo trabajar en cualquier trabajo que llegase. Me siento más segura, más preparada y ya no me da miedo nada. Las empresas de inserción te preparan para afrontar y para comerte el mundo. Son una gran oportunidad. 

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