¿Cómo te presentarías? ¿Cómo comenzó tu historia en la empresa de inserción en IMENA?
Soy Juan y soy el gerente de IMENA desde 2016. IMENA es una empresa de inserción que comenzó su andadura en 2010, promovida por la Fundación Hogar San José y me llamaron para darle un impulso al proyecto.
¿Cuáles son tus tareas dentro de IMENA?
Son las tareas comunes de gerencia; controlar un poco todo lo relacionado con la dirección, la gestión del personal, llevar a cabo una organización productiva, decidir sobre temas de estrategia, sobre cuáles son las actividades más importantes o más prioritarias que otras, qué temas se tienen que ir cerrando en cada etapa, etc.
En el momento en el que entré, mi función principal fue estructurar todo esto y hacer una reflexión estratégica de la empresa. Después, una vez me pude ir acomodando, la tarea principal fue dar músculo productivo a todos los temas, es decir, que todas las líneas fueran productivas y tuvieran sentido, como por ejemplo política de contratación, maximizar los puestos de inserción, etc.
¿Cómo explicarías a qué os dedicáis desde IMENA?
Desde IMENA tenemos dos líneas principales de actividad: la rehabilitación de viviendas y el reparto de paquetería de primera milla. La primera, es en la que llevamos más tiempo y la que ocupa un 80% de la facturación y de la carga de personas. La otra línea, la abrimos en 2020 con un enfoque ecológico para poder hacer los repartos a pie. El proceso funciona de la siguiente manera: recibimos una parte de la paquetería de agencias grandes de logística y nosotros nos encargamos de repartirlas en lo que se llama la “primera milla”, en códigos postales de Gijón.
¿Cuántas personas forman IMENA y cómo es el día a día en la empresa?
El tamaño de la empresa suele fluctuar sobre las 10 personas, de las que 7 u 8 son puestos de inserción y unos 2 o 2 y medio son puestos del personal de estructura. El día a día al final está marcado por los quehaceres productivos en estas dos líneas de actividad. En obras, según las obras que se tengan en marcha en cada momento se reorganizan dos equipos y se desplazan hasta el lugar. Cada equipo está liderado por un oficial o encargado de obras que está acompañado por 2 o 3 personas más.
La línea de paquetería está más marcada por dos momentos clave en el día, uno por la mañana y otro por la tarde. Es cuando llegan las furgonetas, principalmente de Seur que es nuestro mayor cliente, con un montón de paquetes a repartir y a partir de ahí se van organizando las rutas.
¿Realizáis algún otro tipo de acompañamiento a las personas que trabajan con vosotros?
Al ser una empresa de inserción, también tenemos actividades relacionadas con el acompañamiento social de los trabajadores de inserción. Al menos media jornada a la semana se les saca (a veces individualmente y otras en grupo) para hablar sobre temas como por ejemplo cómo mejorar su empleabilidad, qué hacer para dar el salto al mercado laboral convencional, cómo mejorar sus procesos de autonomía, formaciones en competencias transversales para el empleo, elaboración de mapas de empleabilidad según sus intereses (mapear dónde les gustaría seguir trabajando y hacer una selección de empresas diana a las que dirigirse), etc.
También les realizamos un apoyo emocional para que tengan referentes con quiénes hablarlos: desde temas familiares, temas de la vivienda… Un ejemplo sería cuando se les acaba el periodo en el que pueden estar en su residencia y necesitan buscar otro espacio. Son cuestiones sobre todo relacionadas con su proceso de autonomía. Al final son trabajadores jóvenes, entre 18 y 30 años, y sus niveles de emancipación son variables, por eso está pautado que dentro de ese horario laboral puedan tener tareas que no sean solamente productivas.
¿Hay alguna historia que puedas contarnos de alguna persona en inserción que recuerdes especialmente porque haya sido todo un ejemplo de superación?
Hay varias historias que se me vienen a la cabeza. Una, por ejemplo, de un trabajador en la línea de de rehabilitación de viviendas, que estuvo un tiempo con nosotros y ahora trabaja en una empresa de la construcción y están muy contentos con él. Es un ejemplo claro sobre un proceso redonde: cómo trabajó con nosotros en IMENA y adquirió aquí también unas habilidades y después se insertó en una empresa grande, también del mismo sector. Al final para esto estamos, tenemos muchas historias parecidas a esta y ojalá podamos tener muchas más. Prácticamente todas personas de inserción que han pasado por IMENA han vivido un cambio importante en su día a día. Con vaivenes obviamente, como todos los tenemos, pero la impresión que tengo es que el paso por IMENA siempre les da un plus a todos y a todas para seguir adelante.
En línea de paquetería, por ejemplo, cuando nos queda una vacante libre y tenemos que apostar por alguien, muchas veces nos surge esa duda del riesgo porque cada persona es un mundo y no sabemos si va a funcionar o no. Dudamos, por ejemplo, de si apostar por ese chico al que conocemos y sabemos que no ha trabajado mucho y que tiene sus puntos débiles. O sin embargo realizar una apuesta de menos riesgo.
Este trabajo sorprende mucho, porque en ocasiones nos tiramos a la piscina con una apuesta de riesgo con la que la gente pensaba que no iban a aguantar, escuchando comentarios como “este no va a trabajar en su vida”, o esta “persona solo causa problemas” y después cambian el chip dando pasos buenísimos hacia adelante y convirtiéndose en trabajadores como la copa de un pino.
¿Qué te ha enseñado trabajar en IMENA? ¿Cuál es el mayor aprendizaje que has tenido?
Que las empresas de inserción son una herramienta muy necesaria y muy positiva en la que hay que hacer un poco de equilibrismo y muchas veces es compleja, pero es posible lograr cumplir el objetivo social, preservando una estabilidad económica y al mismo tiempo productiva.
¿Cuál es el mayor reto que te has encontrado en IMENA?
Trabajar aquí es muy retador, tiene mucha emoción, es un aprendizaje continuo, y es muy satisfactorio. Igual, el elemento más negativo es la sensación de que hace falta mucho más. Al final consigues logros para pocas personas y es muy micro, te quedas con la sensación de que te gustaría tener la capacidad de ofrecérselo a mucha más gente.
¿Por qué crees que son importantes las empresas de inserción?
Porque todo el mundo sabe que el desempleo es uno de los principales problemas del país, y si valoramos todo el conjunto de personas desempleadas, hay algunos que están en lugares más avanzados de la cola y otros están en los últimos lugares de la cola. Aquellas personas que están en el último puesto, muchas veces no tienen una oportunidad laboral si no es con un recurso como una empresa de inserción o algo similar. Las empresas de inserción son necesarias porque en la práctica son el único recurso posible para que esas personas no sean objetos de salarios sociales cronificados y para siempre. Por supuesto está muy bien que los haya, pero también tenemos que pretender que sean los mínimos posibles.
¿Cómo animarías a una empresa a contratar a personas que vienen de las empresas de inserción?
Las animaría siempre desde la naturalidad, porque entiendo que cada persona es un mundo. A veces, desde el otro lado también conocemos a muchas personas que tienen un puesto de trabajo estable y que tienen sus problemas y fallos y absentismos. Así que desde la naturalidad, les diría que cada empresa tiene que valorar sus necesidades e incorporar a estas personas si las necesitan, porque si no las necesitan al final es engañarnos a todos. Eso sí, sabiendo que esas personas están muy preparadas para trabajar y rendir a un nivel buenísimo.